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- Reconciliación y concordia en Venezuela, no más guerras, no más hambre, "salir de sà mismo para estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido"
Todo esto pidió Francisco ante las 150.000 personas que invadieron la Plaza San Pedro para asistir a la solemne misa de la Resurrección del Señor y al posterior mensaje pascual y bendición urbi et orbi (a la ciudad y al mundo).
Como el año pasado, en su mensaje, simple, claro y conmovedor, el Papa hizo un enérgico llamado a la paz en el mundo. Y mencionó especialmente a Venezuela, "para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia".
AllÃ, de hecho, hace más de una semana comenzó una difÃcil negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, para destrabar un conflicto que ya provocó decenas de muertos y que el Vaticano sigue atentamente.
El actual número dos del Papa, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, fue durante cuatro años nuncio en Caracas, y Maduro no ha ocultado que querrÃa que fuera el mediador o "testigo de buena fe" en el proceso de diálogo recientemente iniciado con la oposición.
Al margen de Venezuela, el Papa también pidió por Siria, Ucrania, Irak y por la reanudación de las negociaciones entre israelÃes y palestinos. "Te pedimos por Siria: que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo", dijo, hablando en italiano desde el balcón central de la BasÃlica de San Pedro.
Al dirigirse a la multitud presente en la plaza y a los millones de televidentes que lo seguÃan en directo, Francisco arrancó explicando el significado de la resurrección de Cristo, la "buena noticia por excelencia".
"Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perderÃa su valor; toda la misión de la Iglesia se quedarÃa sin brÃo, pues desde aquà ha comenzado y desde aquà reemprende siempre de nuevo", indicó.
En una jornada de sol radiante, por la mañana el Papa celebró la misa de Resurrección del Señor en una Plaza San Pedro que parecÃa un jardÃn. Para la ocasión, su sagrato habÃa sido decorado con miles de flores amarillas y blancas donadas por Holanda.
En la plaza, colmada por cardenales, obispos, centenares de sacerdotes y fieles de todo el mundo, incluso varios argentinos con banderas, no cabÃa un alfiler y, como sucedió en la Pascua pasada, podÃa verse gente también en la Via della Conciliazione, equipada con pantallas gigantes.
La invasión de fieles fue tan sólo un ensayo general de lo que ocurrirá dentro de una semana, cuando se espera que un millón de personas lleguen para la doble canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, a la que también podrÃa asistir Benedicto XVI, papa emérito y durante más de 20 años estrecho colaborador del papa polaco.
En la misa de Pascua, celebrada en latÃn y otros idiomas, y en la que Jorge Bergoglio vistió paramentos simples, no hubo homilÃa porque después iba a dar el mensaje pascual. Terminada la celebración, Francisco tuvo un enésimo baño de multitud al recorrer velozmente en papamóvil la plaza para saludar a los fieles, que lo aclamaron al grito de "¡Viva el Papa!". A diferencia de lo que suele ocurrir los miércoles, antes de la audiencia general, como tenÃa los minutos contados porque querÃa llegar puntual a la cita del mediodÃa para el mensaje pascual, no se detuvo a besar bebes y enfermos.
Desde el balcón central, luego de oÃr los himnos del Vaticano y de Italia tocados por una banda de carabineros, el Papa subrayó que la "buena nueva" de Jesús no es sólo una palabra, sino "un testimonio de amor gratuito". Y, en lo que se ha vuelto una caracterÃstica de su pontificado, explicó que eso significa "salir de sà mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido". De hecho, recordó que "el amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto". Acto seguido, pidió al Señor Resucitado ayudar a derrotar "el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices".
"Haznos capaces de proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono", también exhortó.
Luego de orar por los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea, Sierra Leona y Liberia, "y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza", hizo un llamado para que "cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente".
Luego de recordar que este año la Pascua católica se celebra junto a las Iglesias cristianas orientales, el Papa pidió iniciativas de paz en Ucrania, "para que todas las partes implicadas, apoyadas por la comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espÃritu de unidad y diálogo, el futuro del paÃs". (APFMercosur)
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